2/12/15

Análisis a La última Cena

José M. Garcia Bautista (Julio 2004)

Es realmente complicado estudiar y analizar, dejando a un lado el punto de vista artístico, el cuadro del genio de la Toscana “La Última Cena” (foto 000), Leonardo Da Vinci, uno de los grandes maestros del Renacimiento. Con motivo de la aparición de la obra “El Código Da Vinci” de Dan Brown en el mercado literario son muchos los que han visto despertar en si un inusitado interés en esta castigada obra pintada entre los años 1495 y 1497 en el refectorio del convento de Santa María delle Grazie en Milán por encargo del duque Ludovico Sforza, una obra que a decir de los entendido en Arte fue pintada con suma desmotivación por Leonardo pero que tuvo un resultado cargado de simbolismos, expresividad y color, una obra maestra que debido a las pésimas condiciones de la pared (excesiva humedad) donde fue pintado y al paso y mal trato del tiempo se ha visto sumamente degradada.

El cuadro (foto 001) presenta la última cena de Jesús con sus apóstoles, la escena crea controversia, unos afirman acaloradamente que es el preciso instante en el que Jesús comunica a sus apóstoles que va a ser traicionado y otros son de la corriente de opinión que afirma que realmente estamos en el momento en el que Jesús inicia el rito de la consagración eucaristica. Pintado con esmero y queriendo continuar la arquitectura del refectorio con el estilo y líneas de fuga características en Leonardo la obra ha pasado de ser una genialidad maestra del artista italiano a un oscuro objeto de estudio por parte de aquellos que creen que el cuadro y el artista quisieron decir algo más... un algo más que sólo la novela de Dan Brown parece haber esbozado en sus páginas... un secreto que podemos tener a la vista...

Si comenzamos a parcelar el cuadro en celdillas exactamente iguales y retocamos valores de brillo,color y contraste del mismo utilizando un moderno editor de imágenes descubriremos como debajo de la oscuridad reinante aparece unos bellos tapices en las paredes, una especie de reja o dibujo entre brocados y remales (foto 002). El techo de artesonado sigue la estética de la sala donde está ubicado y permanece en comunión con el entorno, al menos esa fue la idea inicial del autor. Hasta aquí no encontramos ninguna anomalía salvo la sorpresa de descubrir nuevos elementos que pasan desapercibidos debido a esa oscuridad.

La figura central es el propio Jesús (foto 003), con un conjunto de aberturas tras él que marcan un punto de luminosidad y hacen de referencia al ojo humano como línea de salida o fuga y centro del cuadro. En estas aberturas destaca el paisaje, esbozado nuevamente al estilo del esfumato leonardesco al que recurría el autor y plasmó en otros cuadros como la célebre Gioconda o la Virgen de las Rocas ,un paisaje impreciso e indeterminado (foto 004) que evocaría al representado por Nicolas Poussin entre, 1638 y 1640, “Les Bergers d´Arcadie II” (foto 007) y ubicado, según estudios del profesor Christopher Cornford y los autores de “La Tumba de Dios”, Richard Andrews y Paul Schellenberger (Ed.Martínez Roca, 1996) en la zona de Rennes-Le-Château ,concretamente en las cercanías del monte Cardou (foto 005). Pero es sólo el recuerdo de un paisaje impreciso o tal vez, realmente, Leonardo quiso plasmar esas cercanías...

Para recrear los personajes de tan sagrado momento Leonardo se inspiró en sujetos reales acordes ellos con el apóstol al que iba a representar (foto 006), uno de ellos, Pedro, parece dirigirse a otro de ellos -que inicialmente llamaremos Juan- y que está justo junto a Jesús (a su izquierda tal y como miramos el cuadro). Pedro parece estar indicándole o apuntando con su dedo a su cuello, ¿una amenaza...? (foto 006 B), también podría estar señalando a Jesús mientras susurra algo al oído de nuestro “Juan” ,un susurro secreto (por lo entornado de los labios de este) en una clara escena de complicidad... De estar justo en el momento de la celebración de la eucaristía este gesto sería crucial... pero ya lo veremos más adelante...

Con su mano derecha Pedro ha dejado el cuchillo en una posición casi amenazante hacía otro apóstol (foto 008) , Andrés, que irremisiblemente levanta las manos y observa al portador del cuchillo, que si bien es una posición un tanto forzada no es imposible de lograr (fotos 009 y 010), es más que factible. Aquí nos surge una duda: si Jesús está avanzando a los apóstoles que será traicionado el gesto de Andrés tendría la lógica traducción de la negación mientras mira al Maestro pero si por el contrario está en el momento de la eucaristía el gesto sería claro de amenaza o permanecer en silencio por parte de Pedro... ¿ante qué? ¿Puede que tenga algo que ver con la “conversación” entre Pedro y “Juan”?

Judas aparece representado entre Pedro y “Juan” siendo fácilmente reconocido por portar en su mano derecha ,con fuerza, una bolsa que contendría las 30 monedas de plata recibidas a cambio de traicionar al Maestro (foto 011).

A la derecha (según se mira el cuadro) de Jesús aparece un apóstol con el dedo alzado a Jesús (foto 012), se trata de Tomás quién parece recriminarle algo...un secreto oculto, Lynn Picknett y Clive Prince, autores de obras como “El enigma de la Sábana Santa” de tintes leonardescos o “La revelación de los Templarios” (ambos para Ed. Martínez Roca), llaman a esta acción “le gesto de Juan”, y a decir de estudiosos del cuadro y de la obra “El Código Da Vinci” como Simon Cox (“Diccionario del Código Da Vinci”, Ed.Edaf , 2004) sería un síntoma inequívoco del saber de una corriente subterránea de conocimientos y sabiduría, un saber oculto y secreto que tendría como figura central en la que orbitaría la misma en San Juan Bautista...¿cuál sería ese secreto?

Existe un curioso personaje en el cuadro, representa a Judas Tadeo, patrón de los casos difíciles y desesperados... los imposibles o los casi increíbles... Este apóstol tan significativo no sería más que un autorretrato del propio Leonardo Da Vinci (foto 013) , un autorretrato que usando un software especial empleado por la policía científica europea y comparándolo con un retrato de Leonardo adecuado a esta labor nos brindo un 81% de similitudes entre ambos retratos (foto 014) teniendo la absoluta certeza de que ambos son la misma persona y que no es más que la del autor del mismo cuadro... Además de todo ello y de lo que representa Judas Tadeo se da la curiosa circunstancia que da la espalda a Jesús... ¿rechazo, complicidad, Conocimiento? Dar la espalda a Jesús constituiría una herejía...a no ser de estar en posesión de un secreto mayor que ésta.

No nos hemos olvidado de la supuesta figura de San Juan, ubicada a su izquierda (según se mira el cuadro) nos muestra a una persona sin rasgos definidos como sus compañeros (foto 015) ,desprovista de barba o cualquier signo de masculinidad, en actitud sumisa ,sin disposición manual, dedos entrelazados (¿comunión = unión?) , en segundo plano, con más cualidades femeninas que masculinas, a la derecha de Jesús y custodiado por Pedro... Juan en realidad se trataría de María Magdalena y por las características de la pintura parece que efectivamente representa a una mujer más que aun hombre si bien en nuestros análisis comparativos el resultado ha sido de un 49´8% que podría tratarse de un hombre y un 50´2% de una mujer... Como puede observarse las cualidades están repartidas e indefinidas... En el original sin restaurar de esta misma obra destaca una figura femenina que vamos a llamar Juan-María Magdalena de menor proporción que el resto de los apóstoles, su estatura es más pequeña, más afeminadas, más clara de piel, en actitud sumisa, hay autores que dicen que el original de esta figura tenía sombras en el pectoral como si tuviera pechos..., aparte de ello los colores originales eran precisamente los mismos que los colores de Jesús pero a la inversa, lo cual nos indicaría que serían dos figuras complementarias...,con lo que podría ser una especie de colgante en su cuello y que comparado con cuadros como la figura femenina de La Virgen de las Rocas (fotos 016 y 017) tendríamos el mismo corte de cara, peinado bipartito, actitud del gesto, suavidad de líneas y rasgos, cejas y orejas de pequeño tamaño, proporciones y comisuras labiales femeninas y misma actitud sumisa, en nuestra opinión Leonardo Da Vinci representó “veladamente” la figura de una mujer , María Magdalena, en el cuadro y que llamo Juan para no caer en el riesgo de la herejía. También destacar el tono rojizo del pelo de este San Juan tan particular... ¿pelirrojo/a? Extraño color con una seria tara en la época y sociedad judía de la época...

Como herejía se podía entender el hecho de no pintar en tan famosa obra las “auras” o halos de santidad en los participantes a la Cena...recordar en estas líneas que Leonardo Da Vinci ya tuvo serios problemas por esta misma acción cuando pintó su famosa obra de “La Virgen de las Rocas” a parte de la consideración y extrañeza del tema representado en la misma bebiendo de fuentes apócrifas.

Las sorpresas continúan en nuestra revisión del famoso cuadro y nos detenemos ahora en la disposición de los comensales-apóstoles y Jesús en el mismo... Se distribuyen en grupos de tres entablando gestos, miradas ,”diálogos”, complicidad en un juego de distribución que armoniza su organización, entre todo esto destaca una nueva curiosidad entorno a esta figura ya que entre ella y la figura de Jesús formarían una “M” (foto 018) atendiendo a las líneas del contorno e imaginaría unión de sus cuerpos, la “M” de María o de Magdalena pero existe en este cuadro una doble “M”, la primera ya la hemos comentado pero la segunda sería la que formarían con sus cuerpos los apóstoles Felipe y Mateo (tercero y cuarto a la izquierda de Jesús tal y como se mira el cuadro o de izquierda a derecha...) siendo esa segunda “M” (foto 019) la estructura central del conjunto izquierdo del cuadro...finalizando o iniciándose en la espalda del autorretrato del mismo Leonardo...un iniciado... detalle muy curioso e importante ya que tendríamos dos “M” en “La Última Cena”, dos “M” de María Magdalena, seguras e inequívocas formando parte estructura organizativa del mismo.

Pero las curiosidades continúan y si observamos detenidamente la obra podremos ver como tenemos 13 personajes en el cuadro siendo la figura central (13) la de Jesús (foto 020). Si observamos la mesa apreciaremos como tan sólo hay doce vasos con vino, doce vasos con el atributo imaginario de la sangre de Cristo...No existe una copa o cáliz, sólo doce vasos con vino... Falta ,evidentemente, un de ellos o en su defecto un cáliz, el hecho es que o bien corresponde esta carestía a Jesús o bien a Juan –María Magdalena- y tal vez debido a que ¿oculta el secreto en su cuerpo? Tal vez y en este punto cobran sentido la actitud de Pedro, la sumisión y extraña feminidad de este personaje ,la doble “M”,la copa o vaso que falta. Todo nos lleva al mismo punto...

El cuadro no aparece firmado por el artista de Vinci, en su lugar existe una firma metafórica, se trata de unos nudos en los extremos del mantel a la llamada manera vincesa... una curiosa forma de decir que la obra pertenece a ,sin dudas, Leonardo Da Vinci (foto 021).

No me resisto a comentar aquí una anécdota-leyenda que tiene sobre sí este obra, el artista se inspiró en personajes y rostros reales para dotarlo de expresión, citamos textualmente la misma, ”se cuenta que la imagen de Cristo fue la primera en ser seleccionada. Cuando se supo que Da Vinci pintaría esta obra, cientos de jóvenes se presentaron ante Leonardo Da Vinci para ser seleccionados. Da Vinci buscaba un rostro que mostrara una personalidad inocente, pacífica y a la vez bella. Buscaba un rostro libre de las cicatrices y los rasgos duros que deja la vida intranquila del pecado. Finalmente, después de algunos meses de búsqueda seleccionó a un joven de 19 años de edad como su modelo para pintar la figura de Jesús. Por 6 meses Leonardo da Vinci trabajó para lograr pintar al personaje principal de esta magnánima obra.

Durante los 6 siguientes años, Da Vinci continuó su obra buscando a las personas que representarían a 11 apóstoles; dejando para el final a aquel que representaría a Judas, el apóstol que traicionó a Cristo por 30 monedas de plata. Por semanas estuvo Da Vinci buscando a un hombre con una expresión dura y fría. Un rostro marcado por cicatrices de avaricia, decepción, traición, hipocresía y crimen. Un rostro que identificaría a una persona que sin duda alguna traicionaría a su mejor amigo. Después de muchos fallidos intentos en la búsqueda de este modelo llegó a los oídos de Leonardo Da Vinci que existía un hombre con estas características en el calabozo de Roma.

Este hombre estaba sentenciado a muerte por haber llevado una vida de robo y asesinatos. Da Vinci viajó a Roma en cuanto supo ésto. Este hombre fue llevado ante Da Vinci a la luz del sol. Leonardo Da Vinci vio ante él a un hombre sin vida, un hombre cuyo maltratado cabello largo caía sobre su rostro escondiendo dos ojos llenos de rencor, odio y ruina. Al fin Leonardo Da Vinci había encontrado a quien modelaría a Judas en su obra. Por medio de un permiso del rey, este prisionero fue trasladado a Milán al estudio de Leonardo Da Vinci. Por varios meses este hombre se sentó silenciosamente frente a Da Vinci mientras el artista continuaba con la ardua tarea de plasmar en su obra al personaje que había traicionado a Jesús.

Cuando Leonardo dio el último trazo a su obra se volvió a los guardias del prisionero y les dio la orden de que se lo llevaran. Mientras salían del recinto de Da Vinci el prisionero se soltó y corrió hacia Leonardo Da Vinci gritándole: ”¡Da Vinci!! ¡Obsérvame!! ¿No reconoces quién soy?” Leonardo Da Vinci lo estudió cuidadosamente y le respondió: ”Nunca te había visto en mi vida, hasta aquella tarde fuera del calabozo de Roma.” El prisionero levantó sus ojos al cielo, cayó de rodillas al suelo y gritó desesperadamente: ”¡Oh Dios! Tan bajo he caído!” Después volvió nuevamente su rostro al artista y le gritó: ”Leonardo Da Vinci!! Mírame nuevamente, pues, yo soy aquel joven cuyo rostro escogiste para representar a Cristo hace siete años!!!”.

Lorenzo Fernández y Mariano Fernández Urresti nos acercan al secreto del cuadro y de la globalización de este caso en “Las Claves del Código Da Vinci” (Nowtilus, Investigación Abierta, 2004) , pero realmente ¿estamos ante un misterio o es el propio ser humano el que quiere crear este misterio?